Translate

miércoles, 23 de mayo de 2018

Busco...



Tengo, tengo, tengo…
!No sé qué tengo!
Busco en cajones llenos,
repletos de objetos y recuerdos:
un papel, un libro,
los cuadernos con los que soñaba
pintando tus sueños y los míos;
monótonos versos de amor
que me susurrabas al oído.

Una camisa rota;
un pañuelo escondido;
barquitos de papel
que viajaban por el mundo
y el despertar de un corazón desnudo.
¿Tengo…?...!No sé qué tengo!
Busco y busco...
Es mi cajón un laberinto
de recuerdos que se cruzan,
ilusiones arrinconadas,
llaves que abren y no cierran nada.
Busco, busco…
¡No sé qué busco!
Quizás tu mirada desolada, aturdida,
quizás, un beso de enamorado,
quizás, tu boca sedienta,
quizás, unas manos extendidas,
quizás,  huellas del pasado,
quizás,  tu perfume, tu risa,
quizás,  palabras encadenadas
o lagrimas cristalizadas.

Cierro mis ojos,
digo adiós al olvido
y al cajón de los sueños escondidos.

María Sánchez Román
Reservados los derechos

viernes, 19 de enero de 2018

Nostalgia de un paisaje...

                             



Conducía una mañana,
por una loca carretera de curvas
y no sabía dónde me llevaba.
Escuchaba  el ruido del motor,
la añoranza en mis oídos gritaba
mi música favorita:
Eran acordes de guitarra,
nostalgia que mi corazón arañaba
nostalgia de recuerdos
que en mis oídos resonaban.
Me detuve y pare el coche…
Mis ojos lloraban…
Algún que otro poema
en mi mente recordaba.

La niebla se había quedado dormida
y la mañana despertaba
sobre el lecho de la campiña.
Sobre ella se extendía un capote
del color de  las amapolas.
Los senderos que cruzaban,
parecían  recitar a plena luz del día
y se respiraba un suave perfume,
coqueteaba y me embriagaba,
produciéndome  un éxtasis
que a mi cuerpo elevaba.

A lo lejos…
en lo alto de un cerro,
casitas pequeñas y empinadas
formaban un blanco pueblo.
De pronto, frente a mi mirada…
Me sorprenden unos oscuros ojos
que desafiantes me observaban.
Allí quieta quede,
esperando tras la alambrada.

Por un momento pensé
quitarme el pañuelo de mi cuello
y salir al ruedo a  dar dos pases,
como hacen los toreros…
Me lleve las manos a la cabeza
y no llevaba montera ni sombrero…

Sentí el paisaje  de mi interior
como un sordo rencor del tiempo,
y me fui dejando atrás
la vista de aquel pueblo,
aquel toro y aquellas flores
que había puesto en mi pelo
y…, volviendo a mi mente
todo un misterio de recuerdos



( M. Sánchez, 9-3-2012)